Uno de los temas sobre los que hay muy poca literatura es el relacionado con las obligaciones laborales en la contratación de trabajadores en el sector agrícola.
La ley laboral aplica tanto en la ciudad como en el campo.
Por mucho tiempo, en algunos sectores de las zonas rurales se ha pensado que allí no opera la legislación laboral, o que para el sector rural hay una legislación diferente, especial, y la realidad es que no; lo que sucede es que en el sector agrícola se desconoce la ley laboral y, por consiguiente, no se aplica.
Es importante tener claro que los agricultores que contratan trabajadores tienen las mismas obligaciones que cualquier otro empleador, puesto que los cobija la misma ley.
En Colombia solo existe una legislación laboral. No hay tratamiento diferencial entre trabajadores urbanos o rurales. Alguna vez, existió una diferencia en el salario mínimo aplicable a trabajadores rurales, salario que era menor, pero hoy ya no existe. En consecuencia, los trabajadores agrícolas gozan de los mismos derechos que cualquier otro trabajador.
Obligaciones laborales existentes pero inobservadas.
Cualquier propietario de una finca productiva, así sea pequeña, que contrate a un trabajador, aun en los casos en que sea por días y se le pague bajo el concepto de jornales, tiene la obligación de afiliar a sus trabajadores a la seguridad social y de pagarles prestaciones sociales, además de aportar parafiscales.
Claro que la realidad es distinta, por cuanto en los campos, la gran mayoría de la gente, tanto los finqueros como los trabajadores, ni siquiera saben que existe eso de la seguridad social y de las prestaciones sociales.
Y aunque lo supieran, sería inaplicable, por cuanto las condiciones económicas de un campesino que contrata a un trabajador por un día o una semana no le permiten cumplir con tales obligaciones.
En el campo, la mayoría de los finqueros solo tienen una pequeña parcela, que no les da ni siquiera para pagarse su propia seguridad social; muchas veces no ganan ni para procurarse elementos básicos como la alimentación o el vestido. Luego, resulta absurdo pretender que al contratar a un trabajador por unos días lo afilie a la seguridad social, le compre dotación y le pague prestaciones sociales. Aunque la ley laboral lo exige, es sencillamente imposible de aplicar en la mayoría de los casos. En otros casos, es posible, pero el empleador evade dicha responsabilidad, como suele suceder con quienes tienen grandes extensiones de tierra.
Los derechos laborales de los trabajadores del sector agrícola se vuelven más reales cuando quien actúa como empleador es una persona jurídica o un gran hacendado, por cuanto tienen la capacidad económica para asumirlos, o para que se les exija legalmente; algo que no se puede hacer con un pequeño finquero, que, así se demande y se lleve a la cárcel, le será imposible cumplir con la ley laboral.
De otra parte, el control que puede hacer el Ministerio del Trabajo en los sectores rurales es simplemente inexistente. Ni siquiera ejercen control en los grandes centros urbanos; mucho menos lo podrán ejercer en una remota zona donde hay que caminar horas a lomo de mula para poder llegar.
Esta realidad ha hecho que el trabajador y el empleador rural estén completamente desprotegidos, y que la ley y los beneficios laborales sean inexistentes en el campo.
Por último, vale anotar que, en el caso de la remuneración en el sector rural, hay que considerar que allí, por costumbre, el finquero proporciona al trabajador la alimentación y la vivienda; por tanto, esto constituye un pago en especie que debe ajustarse a los límites legales para este tipo de remuneración.
Como nota aclaratoria, es importante precisar que cuando no se trata de una finca productiva, sino de una finca de recreo, solo cambia la situación de los aportes parafiscales y las prestaciones sociales, por cuanto los trabajadores de este tipo de fincas son considerados como del servicio doméstico y, por tanto, se les aplica lo que rige para ellos, recordando que, por disposición de la ley 1788 de 2016, se les debe reconocer la prima de servicios.
En todo caso, debe quedar claro que, en el sector agrícola, quien contrate a un trabajador tiene las mismas obligaciones laborales que tiene una empresa, y el hecho de que se desconozca la ley o que no se tenga la capacidad económica para asumirlas no exime al empleador de sus responsabilidades.
Alternativas para evitar legalmente obligaciones laborales.
Así como en las empresas recurren a diferentes figuras para evitar obligaciones laborales, en el sector agrícola también es posible recurrir a diferentes alternativas encaminadas a evitar las costosas obligaciones laborales.
Las alternativas que se exponen a continuación son legales, de manera que bien utilizadas no suponen ningún riesgo, puesto que no se estará camuflando un contrato de trabajo con otra figura contractual, algo que sucede muy a menudo en la vida laboral del país.
Se reitera que cada una de las figuras expuestas a continuación se debe aplicar ajustándose estrictamente a la ley, pues de lo contrario se corre el riesgo de dar pie a que se pueda interpretar que, en el fondo, se está ocultando una verdadera relación laboral, lo cual supone sanciones, demandas y altos costos.
Contrato civil de obra.
Como ya se expuso ampliamente, las obligaciones laborales de los agricultores son las mismas que las de cualquier otro empleador, obligaciones que se pueden obviar legalmente si se utilizan algunas figuras legales que lo permiten, como es el caso del contrato de obra civil.
Este contrato de naturaleza civil permite que el contratista desarrolle una determinada actividad en los terrenos del contratante, de forma tal que no existe subordinación diferente al cumplimiento de las obras o actividades pactadas en el respectivo contrato.
Recordemos que la subordinación es el elemento esencial en un contrato de trabajo; por lo tanto, hay que evitarla si no se quiere correr el riesgo de que se configure una relación laboral. Si el contrato de obra civil se ajusta a la ley y a su naturaleza, la subordinación no estará presente en este contrato, por lo que no habrá riesgo de que se pueda suponer la existencia de una relación laboral.
En el contrato de obra civil, por lo general, el contratista debe desarrollar las obras o actividades con sus propias herramientas, y en cuanto a los materiales, pueden ser aportados por cualquiera de las partes según lo decidan en el contrato.
Así, por ejemplo, para arar un terreno, se puede firmar un contrato civil de obra con el propietario de un tractor, y la única obligación del contratista será la de arar el terreno según las condiciones y especificaciones pactadas en el contrato.
En un contrato de obra no se debe pactar el cumplimiento de horarios o la obligación del contratista de recibir instrucciones constantes sobre el desarrollo del mismo, puesto que en ese caso se estaría presentando una especie de subordinación, lo cual desnaturaliza el contrato civil de obra y se darían las condiciones para considerar la existencia de un contrato de trabajo real, y es precisamente lo que se quiere evitar.
Siguiendo con el ejemplo, el contratista solo tendrá la obligación de arar el terreno en la forma, condiciones y fechas pactadas, y él decidirá el horario y la forma en que lo hará, o si lo hará solo o contratará personal por su cuenta y riesgo. Lo importante es que se cumpla con lo pactado en el contrato.
Contrato de aparcería.
Otra figura que puede ser utilizada para evitar legalmente obligaciones laborales en el sector agrícola es el contrato de aparcería.
Mediante el contrato de aparcería, el propietario de la finca puede ceder a una persona parte de su terreno para que desarrolle allí la actividad agrícola convenida en el contrato.
Supongamos un finquero que desea cultivar frutas. Contratar trabajadores por su cuenta implica que debe asumir todas las obligaciones laborales propias de un contrato de trabajo, así que, en lugar de contratarlos, firma un contrato de aparcería con una o más personas para que en su finca cultiven las frutas.
Este tipo de contrato no genera ninguna obligación laboral, por cuanto se trata de un contrato civil en el que no hay subordinación, sino la obligación del contratista de cumplir con las condiciones pactadas en el respectivo contrato.
Al respecto, el Ministerio del Trabajo, mediante concepto 005320 de 2009, expuso lo siguiente:
«En cuanto al contrato de aparcería, dispuso el artículo 1° de la Ley 6ª de 1975:
La aparcería es un contrato mediante el cual una parte que se denomina propietario acuerde con otra que se llama aparcero, explotar en mutua colaboración un fundo rural o una porción de éste con el fin de repartirse entre sí los frutos o utilidades que resulten de la explotación. Estos contratos quedaron sometidos a las siguientes normas: 1°. Son obligaciones del propietario:
a); Aportar en los plazos acordados las sumas de dinero necesarias para atender los gastos que demande la explotación, tales como compra de semillas, siembras y renovación de plantaciones, abonos, insecticidas, fungicidas, herramientas, utensilios de labranza, beneficio y transporte de los productos y contratación de mano de obra de terceros cuando sea indispensable. El suministro podrá también ser en especie cuando así lo convengan los contratantes.
b); Suministrar al aparcero en calidad de anticipo, imputable a la parte que a éste le corresponda en el reparto de utilidades, sumas no inferiores al salario mínimo legal por cada día de trabajo en el cultivo y recolección de la cosecha. Si en ésta no se produjeren utilidades por causas no imputables al aparcero, el anticipo recibido por éste, no estará sujeto a devolución. En ningún caso dicha remuneración configurará contrato de trabajo entre las partes. (Subrayas fuera del texto original).
2°. Son obligaciones del aparcero:
a); Adelantar personalmente las labores de cultivo del fundo, además de las propias de dirección, administración, conservación y manejo de las plantaciones y productos.
b); Observar en la explotación las normas y prácticas sobre conservación de los recursos naturales renovables”.
Por su parte, el artículo 3° del Decreto 2815 de 1975, dispuso:
“Los contratos a que se refiere el artículo 1° deberán constar por escrito y autenticarse ante un juez del respectivo municipio o ante el alcalde de ubicación del inmueble. Cuando no sé de cumplimiento a cualquiera de estas formalidades, el contrato se regirá por lo dispuesto en la ley que se reglamenta y en el presente Decreto, sin perjuicio de que se pruebe la existencia de otras cláusulas que mejoren la situación de quien explota el predio en calidad de aparcero, o que de acuerdo con la Ley que se reglamenta y el presente Decreto, pueden ser libremente estipuladas por las partes”.
Por lo anterior, inicialmente podríamos considerar que el contrato de aparcería resulta ser un trabajo en compañía, donde una parte suministra unos medios de trabajo y la otra su esfuerzo físico, por lo que no podría ser considerado como un trabajo subordinado, al no existir un nexo laboral entre el socio propietario del terreno y el socio gestor (aparcero), sino que podría tratarse de una sociedad regulada por la normatividad civil o comercial según corresponda, pero en todo caso, no laboral.
Así las cosas, siempre y cuando el contrato de aparcería haya sido suscrito con las solemnidades señaladas por la norma y el desarrollo del mismo haya sido el acordado, pues este tipo de contrato conservará sus características propias y generará para las partes, las recíprocas obligaciones en él contenidas.
De otra parte, si durante el desarrollo de la relación contractual, el contrato mutó en uno diferente al inicialmente acordado, necesariamente deberá ser el Señor Juez del Trabajo, quien determine con exactitud, cuál fue el vínculo jurídico que ató a las partes, previo trámite de un proceso ordinario, donde cada una podrá hacer uso del material probatorio que considere necesario y conveniente, en la búsqueda de sus objetivos.
No obstante lo anterior, bien podrían las partes en litigio, acudir ante el Señor Inspector de Trabajo en la búsqueda de una solución que satisfaga de la mejor manera posible, las pretensiones de las partes, bajo la mediación y posibles fórmulas de acuerdo, que este funcionario está en capacidad de sugerir».
Como en todos los contratos, se debe tener claro que el contrato de aparcería debe ajustarse a la ley que lo regula, puesto que en este tipo de contrato puede suceder lo mismo que en el contrato de servicios, o en un contrato de obra civil, en donde prima la realidad sobre la formalidad del contrato firmado, de tal manera que si la realidad es que se trata de una relación laboral, inexorablemente habrá que asumir las obligaciones laborales pertinentes en caso de que el contratista o trabajador decida iniciar una acción judicial y logre probar el contrato real.
Contrato de arrendamiento.
El contrato de arrendamiento es otra de las figuras que se puede utilizar para evitar las responsabilidades y obligaciones laborales en el sector agrícola.
En el sector rural, si alguien no quiere asumir la responsabilidad de explotar un determinado terreno, puede optar por arrendarlo a un tercero; de esta forma, quien tendrá que explotarlo y asumir todos los costos, obligaciones y responsabilidades es el arrendatario.
En un contrato de arrendamiento, el arrendador cede al arrendatario el derecho a disfrutar, a explotar el terreno a cambio de una remuneración, remuneración que puede ser fija o un porcentaje del valor de las utilidades o ganancias obtenidas del terreno por parte del arrendatario, etc.
En este tipo de contrato no hay ninguna relación laboral, por cuanto el arrendatario es autónomo para explotar el terreno, de suerte que no hay riesgo de que en el futuro pueda alegarse una subordinación u otro tipo de situaciones con las que se pretenda demostrar o probar una relación laboral.
En este contrato, quien podría tener obligaciones laborales es el arrendatario, no el propietario del terreno, por cuanto este ha cedido temporalmente el derecho de uso del terreno, y el arrendatario es autónomo en la administración del mismo, en la medida, claro está, que su forma de administrarlo no implique hechos no permitidos por la ley o por las condiciones pactadas en el contrato.
Este tipo de contratos permite al propietario de una finca despreocuparse por la gestión del terreno, lo que es una opción recomendable cuando vive en un lugar distinto a la finca o hacienda que le impide tener un control constante de la administración del terreno, o que simplemente no quiere inconvenientes con el manejo de personal y del mismo terreno.
Las alternativas planteadas aquí buscan evitar las obligaciones laborales, no evadirlas, puesto que estas alternativas son completamente legales, y mientras estas alternativas se ajusten a la normatividad, no hay riesgo alguno de que se esté evadiendo obligaciones o responsabilidades laborales.
Aportes parafiscales en fincas de recreo.
Se precisaba anteriormente que los agricultores tienen las mismas obligaciones laborales que cualquier otro empleador, entre ellas los aportes parafiscales, pero en el caso de las fincas de recreo hay una excepción a esa regla general.
Cuando una persona natural contrata a un trabajador para que realice labores en su finca de recreo, no está obligado a realizar aportes parafiscales por ese trabajador.
La razón es que la finca de recreo no es una unidad productiva; podría considerarse como una extensión de su casa familiar y, en consecuencia, al igual que los trabajadores del servicio doméstico.
La ley 21 de 1982 obliga a realizar aportes a los empleadores que contraten trabajadores permanentes, al tiempo que define como trabajador permanente a quien ejecute las labores propias de actividades normales del empleador y no se realice un trabajo ocasional, accidental o transitorio.
Como se observa, es requisito para estar obligado a realizar aportes parafiscales que el trabajador ejecute labores propias de las actividades normales del empleador, y en el caso de las fincas de recreo, allí no se ejecuta una actividad normal del empleador, por cuanto su actividad no es explotar económicamente la finca, sino ejercer su oficio o profesión, que es completamente diferente a la finca de recreo.
Se debe tener claro, eso sí, que la finca debe ser de recreo, de descanso; por tanto, no puede ser una finca productiva, no puede ser una finca de la que se obtengan ingresos, por cuanto se convierte en una unidad productiva, surgiendo así la obligación de aportar parafiscales, en caso de no estar exonerados de aportes.
Como los empleados de las fincas de recreo que se consideran del servicio doméstico, deben estar afiliados a una Caja de compensación familiar, pero no se deben pagar aportes al Sena ni al ICBF.
Forma de citar este artículo (APA):
Gerencie.com. (2022, enero 21). Obligaciones laborales de los agricultores [Entrada de blog]. Recuperado de https://www.gerencie.com/obligaciones-laborales-de-los-agricultores.html
Buenas tardes. ¿Un contrato de obra civil es lo mismo que un contrato de prestación de servicios?
No es lo mismo pero es similar. En el contrato de servicios por lo general se presenta un servicio personal, en tanto en el contrato de obra civil se construye una obra, y los dos están regulados por la legislación civil.
Saludos