Los bancos centrales, como el Banco de la República en Colombia, son quienes establecen o modifican las tasas de interés de acuerdo a su política monetaria en coordinación con la política económica general. ¿Qué ocurre cuando estos incrementan o disminuyen la tasa de interés?
Tasa de interés.
La tasa de interés es el porcentaje que se cobra por el otorgamiento de un crédito. Es la remuneración que recibe el prestamista.
En el caso de los bancos centrales, es la tasa de interés que estos cobran por los préstamos que hacen a las entidades financieras públicas y privadas.
Recordemos que el Banco de la República no presta dinero al público, sino que lo presta a las entidades financieras (se le llama banco de bancos al banco central), y por ese préstamo cobra una tasa de interés, que se traslada al crédito que esos bancos otorgan a sus clientes finales, al público en general.
Efectos de la tasa de interés en la economía.
Cualquiera que sea la decisión respecto a la tasa de interés que tome el Banco de la República tiene un efecto sobre la economía, efectos que pueden ser negativos para un sector y positivos para otros.
Ya sea que la tasa de interés suba, baje o quede igual, es imposible que con una u otra decisión se logre un efecto positivo en todos los sectores de la economía.
Hasta el momento, ningún economista en ninguna parte del mundo ni en ningún momento de la historia ha podido encontrar la solución perfecta para manejar las tasas de interés y la economía en general.
Lo que pasa si se sube la tasa de interés.
Al subir la tasa de interés, entre otros muchos efectos, el más importante y de mayor impacto para el sector empresarial y para la economía es el incremento de los créditos, de suerte que las empresas verán incrementado el costo de su financiación y sus costos en general, redundando esto en una menor rentabilidad e inclusive en una pérdida de mercado para algunas de ellas.
Al incrementarse el costo de los créditos, los consumidores disminuirán su consumo, ya no utilizarán tanto sus tarjetas de crédito ni solicitarán créditos para vivienda, vehículos, etc., situación que lleva a una disminución de la demanda, lo que tiene una repercusión directa y negativa en el sector empresarial.
Esto puede tener efectos en el desempleo por pérdida de demanda y competitividad de las empresas.
Como aspecto positivo, podríamos rescatar el incremento del ahorro que se puede presentar, porque la gente dejará de consumir y, en cambio, preferirá ahorrar, puesto que al subir la tasa de interés, la remuneración por sus ahorros se incrementará también, pero esto, obviamente, en detrimento del consumo, puesto que este ahorro no obedece a un mayor ingreso de la gente, sino a un menor consumo.
Al resentirse el consumo como consecuencia del encarecimiento del dinero, la inflación puede ceder, consecuencia que se puede considerar positiva, al menos para algunos.
De hecho, una de las medidas clásicas de los bancos centrales para controlar la inflación es elevar las tasas de interés para encarecer los créditos de consumo y, de paso, disminuir la demanda, lo que presionará la inflación a la baja.
Lo que pasa si baja la tasa de interés.
Al bajar la tasa de interés, los que estaban disgustados al subirla ahora estarán contentos, puesto que el costo del crédito se reducirá, el consumo y, a la vez, la demanda se incrementará, lo cual favorece directamente a la empresa, y en su conjunto, la economía puede experimentar algún crecimiento.
Caso contrario les sucede a los ahorradores, que ahora verán cómo sus ahorros no son bien remunerados, por lo que, muy posiblemente, decidan mejor adquirir bienes aprovechando que los créditos no son tan costosos, lo que, unido a sus ahorros, otorga a la gente una gran capacidad de consumo.
El principal efecto negativo de la baja de la tasa de interés es el eventual incremento de la inflación, puesto que al incrementarse el consumo y la demanda, los precios de los bienes y servicios tienden a subir, y es precisamente por esa razón que el Banco de la República ha optado por mantener una tasa de interés relativamente alta.
Con la bajada de la tasa de interés, el empleo se puede ver favorecido en razón al incremento de la demanda que exigirá a las empresas contratar más trabajadores para satisfacer esa demanda, empresas que incrementan su competitividad, lo que puede llevar a que incrementen sus inversiones.
Si la tasa de interés se mantiene invariable
En este caso, la situación sigue igual y quienes tenían expectativas de mejorar se sentirán frustrados, en especial el sector empresarial que espera aliviar el costo de financiación de capital de trabajo y al poco estímulo al consumo como consecuencia de no bajar la tasa de interés.
Si la tasa de interés está muy alta, naturalmente se espera una reducción. Si la tasa está a un nivel medio, equilibrado, seguramente todos estarán más contentos si no se modifican, algo en lo que nunca parecen coincidir los empresarios y el Banco de la República.
El estado está interesado tanto en el control de la inflación como en el crecimiento económico, por lo que siempre estará frente a una eterna contradicción, puesto que, si la tasa de interés se baja, la economía podría crecer y la inflación también; y si la tasa de interés se sube, la inflación podría ceder, pero la economía se puede resentir.
La tasa de interés se mantiene invariable cuando la economía está en una situación estable o con tendencia positiva, pero si la tendencia es negativa o está estancada, los bancos centrales suelen recurrir a la tasa de interés para lograr algún efecto.
Lo que supone la teoría de las tasas de interés.
Lo anteriormente expuesto es lo que la teoría supone que pasará, pero la realidad puede ser distinta en razón a que la economía está afectada por muchas variables, y la tasa de interés es apenas una de esas variables.
Es por ello que se deben tomar distintas medidas complementarias para intentar corregir los efectos indeseados del cambio de la tasa de interés, sin que exista una fórmula estándar para lograr el resultado esperado, ni garantía alguna de que se logre.
Por ejemplo, la tasa de interés va de la política monetaria, especialmente encaminada a la expansión monetaria (simple impresión de billetes).
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