Hay proyectos que se excluyen mutuamente, en razón a que si se hace uno, el otro no es posible, por lo que uno excluye al otro.
Proyectos excluyentes.
Hay cosas que no pueden existir de dos formas al mismo tiempo, y es lo que pasa cuando hay dos proyectos que resultan excluyentes, que, como ya lo señalamos, ocurre cuando al hacer uno ya no nos es posible hacer el otro.
Si tenemos dos proyectos, A y B, cualquiera que se elija implica desechar al otro, por lo que se excluyen mutuamente.
Esto presenta una disyuntiva, lo que dificulta elegir uno de los proyectos a sabiendas de que la elección de uno implica necesariamente el descarte del otro.
Proyectos excluyentes y costo de oportunidad.
Cuando estamos ante dos proyectos que se excluyen mutuamente, necesariamente se debe elegir uno de los dos, y ahí está el dilema: ¿Cuál elegir?
Aquí es donde entra en juego otro concepto, el de costo de oportunidad, que necesariamente debe ser determinado para elegir el que represente un menor costo de oportunidad.
Es necesario hacer una comparativa de ventajas y desventajas de cada proyecto para determinar cuál conviene más elegir, lo que exigirá un estudio de mayor o menor rigor según el tipo de proyectos.
Ejemplos de proyectos excluyentes.
Abordaremos el tema suponiendo que nos estamos refiriendo a un proyecto de emprendimiento, como montar un negocio, microempresa, etc.
En primer lugar, el origen de un negocio o proyecto es la necesidad u oportunidad de satisfacer una necesidad de una población o mercado.
Identificada la oportunidad de negocio o la necesidad, como se quiera llamar, se procede a plantear los proyectos encaminados a ofrecer solución a la problemática o a satisfacer la necesidad identificada.
En la búsqueda de la mejor opción de lograr el objetivo, pueden surgir varios proyectos que, de forma independiente, pueden satisfacer la necesidad planteada.
Al final, si existiesen varios proyectos, se debe elegir uno o más de ellos. Pero pueden existir situaciones en las que se presentan dos proyectos diferentes para solucionar una problemática y que, de implementarse uno de los dos, por imposibilidad de la implementación del otro, lo excluye. Y si cualquiera de los dos que se implemente excluye al otro, estamos hablando de una exclusión mutua.
Supongamos una necesidad X y dos proyectos A y B. Si implementáramos el proyecto B, automáticamente el proyecto A quedaría excluido. Y si implementamos el proyecto A, entonces el B queda también excluido. Estamos entonces frente a una exclusión mutua.
Supongamos que se requiere construir un acueducto en un poblado. Se hace un proyecto en el que la tubería a utilizar es de concreto y otro proyecto en el que la tubería que se utilizará es metálica.
Si se decide construir el acueducto utilizando la tubería de concreto, es imposible utilizar tubería metálica (solo se ha de construir un acueducto, no hay espacio para dos). Y si se decide construir el acueducto con tubería metálica, pues excluye el de tubería de concreto.
Cuando se presentan este tipo de situaciones, en las que necesariamente se debe decidir por uno de dos proyectos mutuamente excluyentes, se debe recurrir a su rentabilidad, para lo cual se elegirá el proyecto que presente el mejor VPN o la mejor TIR, etc.
El objetivo, en todo caso, es implementar aquel proyecto que ofrezca la mejor rentabilidad al inversionista o que ofrezca la mejor solución al problema, según sea la variable más importante a evaluar.
Proyecto independiente, alternativo o complementario.
En la vida cotidiana se presentan las tres situaciones que tienen incidencias distintas.
El proyecto independiente es el que no afecta al otro proyecto de manera que se pueden hacer todos o ninguno.
El proyecto alternativo es como un plan B al que se puede recurrir si no se puede llevar a cabo el plan A o si este resulta mal.
El proyecto complementario es el que resulta necesario para que el proyecto principal funcione correctamente o tenga su máximo rendimiento en la medida en que lo complementa.
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