Una de las principales características de las economías de mercado son los ciclos económicos, que dan lugar a períodos alternos de expansión y contracción de la actividad económica, dentro de la tendencia alcista de largo plazo que tiene la actividad económica.
Política anticíclica.
Un ciclo es algo que se repite una y otra vez, de manera que una vez se completa vuelve a iniciar, lo que es común en la economía, lo que la hace predecible de cierta forma.
Siempre un periodo de prosperidad está seguido de un periodo de estancamiento o incluso de caída, para luego crecer nuevamente.
En algunas ocasiones, las oscilaciones que producen en la actividad económica los ciclos económicos son de tal magnitud que se puede hablar de períodos de euforia económica, como la vivida a finales de los noventa y primeros años del siglo XXI, y épocas de fuerte recesión como la crisis financiera de 2008 o el crash del 29, remontándose al siglo pasado.
Objetivo de la política anticíclica.
La política económica anticíclica tiene como objetivo suavizar estas oscilaciones propias de las economías de mercado, de manera que el crecimiento sea lo más estable posible y las épocas de crisis o recesión económica sean lo más cortas y menos severas posibles.
Las distintas escuelas de pensamiento y doctrina económica coinciden en el papel que el Estado y la política económica de un gobierno pueden jugar en la duración relativa de las cuatro fases del ciclo económico: expansión, crisis, recesión y recuperación. Las herramientas de que dispone el Estado en materia de política económica anticíclica básicamente son la política monetaria y la política fiscal.
La política monetaria, en manos actualmente de los grandes bancos centrales, se centra en tomar las medidas necesarias para la estabilidad de los precios, evitando una alta inflación en los períodos de expansión a través de subidas de tipos de interés que recalienten la economía o bajando tipos de interés para reactivar la economía cuando esta se contrae.
En períodos de profunda crisis económica como el actual, con un entorno de tipos de interés próximos a cero, los grandes bancos centrales han adoptado intensas políticas monetarias expansivas ligadas a una tasa de desempleo objetivo, en el caso de EE. UU., o a una inflación mínima, en el caso de Japón. En ambos casos, se trata de inyectar liquidez al sistema como medida de estímulo económico para reducir el periodo de recesión e iniciar lo antes posible la recuperación económica.
La política fiscal, en manos propiamente dichas de los equipos de gobierno, debe tener como objetivo mitigar el efecto de contracción de la actividad económica. Para ello puede poner en marcha: programas de reducción de la presión fiscal sobre ciudadanos y empresas, al objeto de fomentar el consumo; programas de aumento del gasto público para contrarrestar la caída de la demanda o bien una mezcla de ambos, con una ponderación encaminada a anticipar la recuperación económica.
Herramientas de la política económica anticíclica.
Una política económica anticíclica tiene a disposición distintas herramientas: la tasa de interés, la impresión de dinero (política monetaria), la política fiscal, subvenciones, endeudamiento, inversiones en determinados sectores, etc.
Se trata de identificar la coyuntura para actuar en consecuencia y contrarrestar, disminuir o incluso evitar los altibajos naturales de la economía.
Políticas anticíclicas según Keynes.
Las políticas anticíclicas son propias de los keynesianos, por lo que propenden por la intervención de la política económica para amortiguar los efectos de un ciclo económico, que bien puede ser de subida o de bajada.
La principal herramienta propuesta por los keynesianos es la inversión pública y el endeudamiento, aunque ello conlleve al déficit, pues de esa manera se inyectan recursos para hacer frente a las consecuencias de una crisis.
Cuando el ciclo es positivo, el Estado debe revertir sus políticas de manera que debe disminuir su déficit y endeudamiento por intermedio de una mayor recaudación.
Esto tiene sentido en razón a que el capital privado no está dispuesto a trabajar en época de crisis, debiendo hacerlo el Estado. En época de crecimiento, el capital privado es el que mueve la economía, lo que debe aprovechar el Estado para recaudar recursos y revertir las medidas tomadas en época de crisis.
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