Históricamente, el valor del dinero siempre ha venido respaldado por un bien material, casi siempre un metal precioso, entre los que destaca el oro, lo que ha desaparecido desde que se impuso el dinero fiduciario.
Qué es el dinero fiduciario.
El concepto de dinero fiduciario se aplica a aquellos sistemas en los que no existe ese respaldo material, sino que basa su valor en la confianza que la gente tiene en la entidad emisora de los billetes y las monedas.
Es decir, el dinero que se imprime no tiene ningún respaldo material ni real, como en el pasado con el oro, sino que depende de la confianza de la sociedad en dicho dinero o en quien emite ese dinero.
Cuando existía el llamado patrón oro, el dinero impreso era como un título que, al presentarlo al banco central, lo cambiaban por oro, o esa era la promesa. Pero el dinero fiduciario no representa nada, sino un valor abstracto que, por carecer de respaldo, en caso de una crisis no tiene ningún valor.
El dinero basado en la confianza.
En la actualidad, el dinero de curso legal se considera fiduciario porque su valor en sí mismo es nulo.
Los billetes, por sí mismos, carecen de valor, y el metal con el que se fabrican las monedas no posee el valor que representan.
Un billete puede ser utilizado para cambiarlo por un bien y si luego ese bien es vendido, se recuperará el valor que se pagó por él o incluso un importe mayor en dinero.
Esto es posible por la confianza de las personas en la entidad que emite el billete, normalmente el banco central del país o el propio gobierno. Además, la certeza de que el dinero será aceptado por cualquiera a cambio de otros bienes o servicios también le confiere su valor.
El dinero fiduciario y la economía.
El dinero fiduciario ha sido en las últimas décadas un gran motor de crecimiento en la economía.
Su capacidad de ser utilizado en los intercambios entre la sociedad y la confianza que esta deposita en él son los que le otorgan el poder de mover la economía.
Pero, a su vez, en períodos de recesión económica, este tipo de dinero acelera la caída del ciclo. Cuando no fluye el crédito, el ritmo de la economía se ralentiza y al subir los precios de los bienes y servicios, el poder adquisitivo de la moneda en cuestión disminuye.
Todo este entramado es controlado por los bancos centrales a través de sus políticas monetarias.
Dinero fiduciario y la deuda.
El dinero fiduciario, al no tener respaldo alguno, puede ser imprimido sin restricción alguna, dependiendo exclusivamente de la voluntad de los responsables del banco central, que han utilizado esa gratuidad del dinero para inyectar grandes cantidades de efectivo a la economía por medio de préstamos a los grandes bancos.
De esta forma, el crecimiento de la economía se ha sustentado en el endeudamiento a partir de dinero sin respaldo.
Por ejemplo, en el último año, la FED de Estados Unidos ha emitido billones de dólares sin ningún respaldo a fin de mantener a flote el mercado financiero y accionario, generando una cantidad ingente de endeudamiento.
Esto es posible gracias a que, por definición, el dinero fiduciario es gratis, y tan solo se requiere presionar el botón de imprimir.
Pero lo anterior no está exento de consecuencias, pues cuando se abusa de la impresión o emisión de dinero, este puede perder valor y generar escaladas inflacionarias, entre otras consecuencias.
Cuando el dinero estaba respaldado con oro, el banco central no podía imprimir dinero si primero no contaba con una determinada cantidad de oro, pero con el dinero fiduciario solo hay que presionar una tecla de algún computador para tener tanto dinero como se quiera.
Financiación del estado con dinero fiduciario.
Históricamente, el estado se ha financiado con dinero fiduciario en mayor o menor medida.
En razón de que el estado tiene el control y el monopolio de la impresión de dinero, puede financiarse a sí mismo imprimiendo tanto dinero como su sentido común y de responsabilidad se lo permitan.
Al ser un dinero gratis, que no proviene de ninguna actividad productiva o recaudadora, es dinero inflacionario, puesto que es inyectado a una economía que no tiene el dinamismo que pueda absorber ese dinero. Y, por tanto, al haber más dinero, pero no mayor oferta de bienes y servicios, estos encarecerán por reglas básicas de la economía.
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