Los mercados financieros están divididos en tres grandes sectores: el mercado de acciones, el mercado de deuda (donde se incluirían los mercados de divisas, los monetarios, los interbancarios y los de renta fija) y los mercados de derivados.
Activo subyacente.
Cuando hablamos de «subyacentes», hacemos referencia al origen en el que se basa el valor del objeto derivado.
Para conocer mejor su funcionamiento, debemos saber que los derivados financieros son productos que tienen un valor basado en el precio de estos activos subyacentes.
Subyacer, según la RAE, significa yacer o estar debajo de algo, de modo que el activo subyacente subyace al indicador o producto financiero, como el petróleo, las hipotecas o las acciones.
Ejemplo de activo subyacente.
Por ejemplo, cuando se hace un contrato de futuros sobre petróleo, el activo subyacente es el petróleo. El producto es el futuro negociado, y el activo subyacente es el petróleo.
Así, el activo subyacente sería un activo que funcionaría como tal, aunque también podría ser un tipo (de interés o de cambio), un crédito de referencia (como los derivados de crédito, por ejemplo) o un valor de índice (como un índice de renta fija o variable). Y a este activo subyacente se le conoce como subyacente.
Clases o formas de activos subyacentes.
Los subyacentes pueden tener diferentes esencias, dependiendo de las necesidades y características de los particulares o empresas que compran o venden derivados. Pueden tener forma de un bien físico (como el oro, la plata o determinados cultivos de alto valor), de un tipo de interés de un bono nacional, de una cartera de activos (como los índices bursátiles) o de un activo financiero (divisas o títulos, una acción o varias cotizadas en bolsa).
Con todo, podemos afirmar que los activos subyacentes son los que ponen la base para una opción o para un contrato de futuro.
Las opciones son productos derivados donde abonas una cantidad y, con bastante frecuencia, ofreces una garantía. De esta manera, se fija un acuerdo de beneficios y pérdidas. Aunque los beneficios sean limitados, las pérdidas, al estar pactadas según el valor de lo abonado previamente, no son exageradas.
En el caso de los “futuros” no hay que pagar nada, aunque hay que garantizar su disposición. Con los “futuros” tenemos la obligación de pagar sobre los derivados que adquiramos.
El riesgo es amplio, pero los beneficios son mucho más elevados que en el caso de las opciones.
Los riesgos que conllevan las posibles inversiones en estos llamados mercados de derivados dependen de que el activo sea precisamente una opción o un futuro, de que se compre o se venda y de que se posea este activo subyacente o no.
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